La ausencia de planificación urbana, lleva a un diseño de ciudades que responde al pulso económico del grupo industrial de más presencia en el lugar. Es así que se recategorizan zonas residenciales a industriales, se venden calles, se construyen puentes, accesos, se amplían las plantas, respondiendo sólo a exigencias económicas, sin contemplar nunca las externalidades. Se cuenta, para ello de estudios de impacto ambiental, que según indican las autoridades son positivos, pero la realidad da muestra de lo contrario. Los primeros afectados son los vecinos y trabajadores. El uso de sustancias químicas peligrosas como materia prima y su almacenamiento, procesos industriales que derivan al ambiente en forma no intencional pero a la vez inevitable, sustancias sumamente dañinas para la salud –muchas de las cuales se describen a continuación– deben hacer repensar la forma de aprobación de tales emprendimientos como así también la urgencia de promover programas de producción más limpia.
La expresión metales pesados (MP) se usa para referirse de un modo impreciso a ciertos elementos metálicos y también a algunos de sus compuestos, a los que se atribuyen determinados efectos de contaminación ambiental y toxicidad. Los elementos considerados metales pesados son: aluminio (Al), arsénico (As), bario (Ba) , berilio (Be), cadmio (Cd), cobalto (Co), cobre (Cu), cromo (Cr), estaño (Sn), hierro (Fe), manganeso (Mn), mercurio (Hg), molibdeno (Mo), níquel (Ni), plata (Ag), plomo (Pb), selenio (Se), talio (Tl), vanadio (V), zinc (Zn), siendo el arsénico un semi-metal y el selenio un no metal.
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