Cuando se habla de plantaciones, es usual que en todos lados se las publicite como factor que ayuda a la protección del bosque nativo, afirmándose que “quitan presión” a la extracción maderera de los bosques. El hecho de que esto rara vez sea cierto no desanima a quienes hacen esa afirmación. Tal es el caso en Misiones. Durante los pocos días que estuve allí, vi pasar innumerables camiones cargados con gruesos árboles nativos, descritos con tristeza por un integrante de Cuña Pirú (Rulo Bregagnolo, com.pers.) como "carros fúnebres que pasean al monte sobre ruedas..."
También pude observar grandes pilas del mismo tipo de árboles en los muchos aserraderos de la zona. Es más, según el subsecretario de Bosques y Forestación del Ministerio de Ecología, Recursos Naturales Renovables y Turismo de Misiones, en la provincia hay 379 aserraderos que trabajan con especies nativas (Misiones, 2005). A eso se suma que la mayor parte de los “bosques” que se pueden observar son de pinos de origen norteamericano (elliottii y taeda). Es decir, que en Misiones resulta a todas luces falso decir que las plantaciones ayudan a conservar los bosques. Por el contrario, los monocultivos de árboles exóticos ocupan ahora el lugar donde antes se desarrollaba la exuberante selva misionera y en muchos casos son establecidos en “capueras”, o sea, en áreas en las que el bosque se comienza a reestablecer.
Además, de acuerdo con informaciones recogidas en Misiones, las empresas plantadoras continúan destruyendo la selva. En efecto, se me informó que se siguen utilizando tractores con cadenas para tirar abajo los árboles, seguido por la aplicación de fuego. Claro que antes de aplicar el fuego salen “camionadas de buena madera”, de las que se obtienen importantes sumas de dinero. Luego se ara y se aplican herbicidas pre y post-emergentes, que destruyen el potencial de regeneración de la selva, eliminando a las especies pioneras que se instalan y a los rebrotes de los árboles cortados.
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